miércoles, 12 de enero de 2011

¿A quien le hace bien la modestia?





¿A quien le hace bien la modestia?

Aquellas manzanas modestas provenientes de árboles modestos, solo alcanzaron con modestia ser una modesta manzana. La modestia parece ser el carnet de vencimiento con que aquellos tipos celebres no adulan de su talento. No sacan el brazo por la ventana por que se ve mal. El mejor no puede decirlo por que huele mal.
Pero bien parece ser solo un problema de actitud por que ciertamente si hay quienes son llamados “peores”, es obvio, casi mecánico, que existan los “mejores”. ¿Cual es el cargo de conciencia de aquellos “mejores”, o de quienes arman aquella fabrica de la pulcritud, que les cuesta admitir que son mejores que otros? Es tan importante lo que se vea desde el asiento hacia el escenario, es tan fundamentada y obvia la justificación a aquella cuestión, que no vale detenerse en por que es malo decir ser el mejor.

Tal parece que existen aquellos jurados, aquellos pies que danzan sobre el acelerador y al mismo tiempo sobre el freno, de ojo medianamente agudo, dotado de poder para identificar quien parte la carrera desde la ventaja. Aquel ser infrahumano no tiene remordimiento, solo identifica a quienes, y calla su dirimir. Como una alarma ruidosa pero breve en su intento, que grita cada vez que alguien toca el timbre de la micro por equivocación: todos se voltean a mirar como en un coliseo romano, a aquel que obligo al chofer a detener la bestia sin motivo, segundos con la puerta abierta y nadie baja. Aquel linchamiento visual dura segundos, cuando el chofer decide partir ya todos vuelven a su refugio viajero.

¿Acaso no es legal que quienes sean los mejores, digan serlo? Y si acusamos solo la forma aquellos que dicen serlo y no contentos con ello, creen, genuinamente serlo, ¿el problema es que lo diga y no que lo crea?

Históricamente, como resultados de una apuesta seguramente ganada, quienes asisten al Instituto Nacional, saben, que en cierta medida las posibilidades de ser los mejores no son una broma. Son los mejores, los resultados los avalan, son los mejores, y harán las cosas como un menester de la casi perfección. El resto… gran merito tienen aquellos padres con ojos de lince, que califican a su hijo de tan solo verlo caminar como “apto” para tal reto. Se nota en su caminar en su dicción, en la forma de tocar las cosas, en la falta del grito y el exceso de miradas adultas en cuerpos infantes. Son ellos los mejores.
Aquellos “mejores” representan a gran parte del futuro mando de nuestro país. Aquellos, lo mas seguro es que estén insertos en todas las decisiones cruciales de la contingencia, indistintamente de su sector, es casi una afirmación completa, decir que así será.
Todos sabemos que son ellos los mejores. Aun estudiando en el mismo nivel, viviendo en lugares similares, creciendo en las casas idénticas, tomando las mismas micros… son ellos los mejores y votaremos por ellos en la proxima eleccion. Ellos han sacrificado su vida en función de sus futuros objetivos que quizás ni comprendieron al tomar la eleccion.

Pero existen aquellos otros, mejores, que no tienen el mismo efecto en la voz popular.
Son aquellos que pisan el acelerador antes de que el cañón dispare, son aquellos que tienen en sus traseros almohadas que amortigüen las patadas, aquellos de muros gruesos, que filtran los ruidos de vecinos borrachos y sexopatas, aquellos que tienen el control remoto con números omitidos, aquellos que no conocen el rigor de la cuneta, del barrio, aquellos que caen con parachoques en sus dientes. aquellos, ciertamente y los resultados así lo avalan, son los mejores, lo supieron de siempre y jamás lo dudaron, no hubo porque, rodeado de los mejores, y todos sobre patas postizas, sobre pies de acero, jamás se preguntaron si la norma, lo general era caminar con zancos. Ahora de adultos, saben perfectamente que su santiago no es el mismo, que en fotos se veía mas bonito, ahora que tienen mas fuerza que sus papas, pueden quitar sus palmas de los ojos, y ver, durante aquellos segundos necesarios y profundos, lo que nunca vieron. Son ellos mismos los que toman sus propias manos y cubren sus propios ojos, con una mano, con la otra cubrirán los de sus hijos, los subirán a los zancos, y les pondrán barreras en el borde de sus camas para que no caigan. Ellos lo saben, lo vieron con sus propios ojos durante un par de segundos, saben lo que es ganar una carrera con ventaja.
Ellos, saben lo que es la modestia, es la palabra sagrada, la ley tatuada en sus pechos, sentimiento obligado que amortigüe aquella victoria en la carrera sin contendores.

No hay pecado en creer ser el mejor. Este es un llamado a la soberbia, por que existen quienes se han amamantado de ella para pisar fuerte, y nadie les ha dicho algo. ¿A quien…? ¿A quien le hace bien la modestia?

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